Nada nunca
es como la primera vez... y aunque la magia no vuelve y el encanto ha sido
descubierto, siempre podemos seguir
maravillándonos...
Se respira
sal, Un pedacito de mar que
nos invita a jugar de pronto está allí. Reta,
con un viento que esta vez se hizo presente, alguna lluvia afanosa pero
pasajera, un sol que calienta fuerte, la determinación de atravesar los médanos
envueltos en remolinos de arena que a su paso dejan huellas, rastros y restos de vida que por allí pasó. Se
aguzan los oídos, las olas se abren paso con su característica y sutil
composición musical… vienen y van, van y vienen, chocan, se amontonan, juegan
con la espuma y nos invitan a pasar… y poniéndole el pecho al viento, paso a
paso, un pie primero y otro después, ya somos niños inmersos en ese vaivén, sin
entender nunca esa línea que se funde en el horizonte anunciando que allí
comienza Un pedacito de cielo donde el
azul profundo suele sacar su pincel y regalarnos un cielo diáfano. El gris
plomizo pintarlo con nubes de algodón que oscurecen amenazando descargar sobre
nuestro ser, todo el mar que llevan en sus panzas. Y el naranja fuego que juega
a teñirlo de este a oeste avisando que un nuevo día termina… o comienza, ¿por
qué no? Y así es que amanece y Reta se convierte en Un pedacito de sol radiante y naranja, fuego todo su ser, que
aparece desde las entrañas mismas de la Tierra, cubierto por ese manto de mar, desplazándose
por el colosal espacio que nos envuelve transformándolo todo… y se respira sal,
Un
pedacito de mar que nos invita a jugar.